La Barbarie Metafísica de los Indios del Sur

 La Barbarie Metafísica de los Indios del Sur


“Estos desafortunados salvajes son bajos de estatura, sus rostros repugnantes y cubiertos de pintura blanca, su piel sucia y grasienta, su cabello enmarañado, sus voces discordantes y sus gestos violentos. Cuando uno ve a estos hombres, apenas puede creer que sean seres humanos…”

— Charles Darwin, El viaje del Beagle (1839)

No existe separación entre el cuerpo y el alma, entre el humano y lo natural, entre lo sagrado y lo cotidiano. La existencia es un entramado de relaciones vivas, no un juego de oposiciones. Todo ser es parte de un flujo: el espíritu habita en los animales, en las piedras, en el viento, y también en la carne. El conocimiento no se formula como teoría, sino que se encarna en ''gesto'', No se piensa sobre el mundo desde afuera: se actúa en él para transformarlo y ser transformado. La verdad no es una idea que se representa, sino un orden invisible que se reactualiza. El tiempo no avanza en línea recta: retorna, repite, pulsa.

Ontología Selknam 

   
 
Definiciones:

Ontología: Estudio del ser y de las categorías fundamentales de la realidad; o seasé cómo los Selk’nam comprendían la existencia, el tiempo, las entidades espirituales y su interacción con el mundo.

SER PERMANENTE

Temaukel: Deidad suprema y eterna de los Selk’nam. Representa la totalidad del orden cósmico. No tiene forma, está fuera del tiempo y del espacio.

Kenos: Figura mediadora enviada por Temaukel. Es un espíritu creador que organiza el mundo físico y espiritual, instaurando el orden en el universo.

Howenk (Espíritus): Espíritus primordiales que representan fuerzas cósmicas o arquetípicas. Fueron los primeros en habitar el mundo y se transformaron en elementos naturales o seres míticos.

Formas: Manifestaciones visibles o materiales de los espíritus. Incluyen el cuerpo, el paisaje y todos los elementos configurados por la acción de los Howenk.

SER TEMPORAL

Tiempo cíclico: Tiempo cómo un ciclo continuo, donde los eventos y patrones naturales se repiten. El pasado no desaparece, sino que retorna constantemente.

  • Ritmo natural: Movimiento constante de la naturaleza, como las estaciones, el día y la noche, el ciclo vital.

  • Retorno: Repetición ritual de los acontecimientos fundacionales del pasado.

  • Pasado: No es solo historia, sino fuerza activa y guía para el presente.

ACCIÓN

Los seres temporales existen a través de sus acciones. La acción es una forma de mantener el orden cósmico, repetir el ciclo del tiempo y comunicarse con lo sagrado.

  • Ritual: Acto simbólico que reproduce el orden instaurado por los espíritus. A través del ritual, se vinculan el mundo físico, espiritual y ancestral.

    • Tierra (Kenos): Mundo físico estructurado por la acción de Kenos.

    • Howenk (Espíritus): Participan como presencia viva en el ritual.

    • Shen (Madre): Entidad femenina, fuente originaria de los espíritus y del mundo viviente.

  • Palabra mágica: Lenguaje ritual con poder transformador. No es solo comunicación, sino creación.

    • Aukai (Animal): Espíritu animal que representa fuerza, instinto y conexión profunda con lo natural y espiritual.

  • Movimiento corpóreo: Danza, postura o gesto sagrado que canaliza la energía espiritual. Es un modo de comunicación y transformación.

    • Aukai (Animal): Presencia animal en el cuerpo como portador de energía y poder.


Pensar con la acción

Los pueblos indígenas del extremo sur de América —tehuelches, selk’nam, yámanas y haush— no desarrollaron una filosofía abstracta. Sin embargo, poseían una cosmovisión profundamente arraigada en el ritual, la experiencia directa y la práctica cotidiana. Su espiritualidad no se articulaba a través de textos escritos, sino mediante acciones concretas que integraban cuerpo, mente y entorno natural.


No existían barreras entre lo humano, lo animal y lo natural: todos formaban parte de un mismo flujo vital. No distinguían entre lo sagrado y lo inmediato; su "metafísica" era, esencialmente, acción encarnada.
El cuerpo no es una prisión ni un contenedor del alma: es el lugar del ser. La memoria se da en el cuerpo a través del rito, del dolor, del acto. El conocimiento no se abstrae: se da; se talla, se caza. Lo real se habita a través del cuerpo. La carne es, a la vez, materia y signo.
La experiencia temporal no es lineal ni progresiva. El tiempo es cíclico, ligado al ritmo de los animales, a los retornos estacionales, a la repetición ritual. La memoria colectiva se transmite como repetición con variaciones. El futuro no se proyecta: se convoca a través de actos antiguos.

No hay un “yo” frente al mundo, sino un entretejido de relaciones: entre humanos, animales, espíritus, elementos y territorios. Ser es participar de un flujo vital que se actualiza en cada gesto. La existencia no es una propiedad individual, sino una condición relacional.

No existe una palabra desligada de su contexto. Hablar es actuar. El mito no explica, sino que reactiva un orden invisible (kóon). Las palabras no “designan” objetos: los convocan, los hacen presentes. En el canto chamánico, por ejemplo, el lenguaje no informa: transforma.

La tierra no es propiedad ni fondo neutro. Es madre (madre: shem; tierra: kenoshem), espíritu, fuerza activa. El territorio “habla”, advierte, protege, castiga. La montaña puede estar enojada, el río puede estar “triste”. Ontología: el mundo está vivo y actúa.

Los muertos no se van, sino que se reconfiguran. Habitan el viento, los animales, los sueños. El alma no se salva ni se pierde como en las religiones abrahámicas, sino que circula. La existencia continúa en otras formas: lo invisible no es menos real que lo visible.

Metafísica en carne, sangre y huesos

En estas culturas, la brutalidad no constituía un exceso, sino la forma más directa y significativa de relacionarse con el mundo espiritual. Las prácticas de caza y alimentación no eran meros actos de subsistencia: eran eventos cargados de simbolismo y sacralidad.

Comer carne cruda —especialmente vísceras y sangre— era considerado un medio para absorber de manera inmediata la energía vital del animal. No se esperaba al fuego para "purificar" la carne; lo crudo se asociaba con lo pleno, lo íntegro.

“Las especias, la sal y demás condimentos son desconocidos... no existe una verdadera cocina... la carne cruda se cuelga... y quien siente hambre, corta el trozo que desea.”
— Martín Gusinde

La sangre del animal cazado era bebida inmediatamente como forma de comunión con su espíritu.

“Bebían su sangre poco después de matarlo, o la convertían en una especie de embutido con el intestino.”
— Martín Gusinde, sobre los selk’nam

También se rompían los huesos con piedras para acceder al tuétano, al que atribuían un valor espiritual y nutritivo elevado: una suerte de “alma física” del animal.

“Quebraban los huesos largos y lamían el tuétano.”
— Martín Gusinde

Estas escenas —de desmembramiento, consumo inmediato y ausencia de filtros simbólicos modernos— revelan una cosmovisión donde el cuerpo es medio de acceso al mundo espiritual.

Alimentación cruda como nexo de poder

La alimentación cruda no era marginal ni circunstancial: constituía un componente esencial de su ritualidad y visión del cosmos. No empleaban utensilios ni condimentos, y solían comer con las manos, carne apenas calentada o completamente cruda. Esta forma de alimentación tenía un sentido profundo: lo cocido era considerado una pérdida del "espíritu" original del alimento.

“La carne cruda se cuelga... quien siente hambre corta el trozo que desea.”
— Martín Gusinde

Se consumían órganos internos sin cocción —hígado, riñones, testículos, cerebro, médula ósea— por considerarlos portadores de energía vital directa.

La sangre, además de ser bebida, se utilizaba para marcar el rostro en rituales de identificación o conexión espiritual.

“La sangre se bebía de los animales recién muertos y se utilizaba como pintura facial.”
— Anne Chapman

Esta lógica incluía a todos los miembros del grupo, incluso a los niños, quienes eran introducidos desde muy temprana edad en las prácticas alimenticias tradicionales. No se les excluía ni se les protegía del contacto con la carne o la sangre: se los formaba en ello.

“Los niños no eran excluidos... masticaban carne cruda igual que los adultos.”
— Thomas Bridges

      Cosmovisión integrada

Estas prácticas violentas no eran aberraciones, sino manifestaciones inevitables de una cosmovisión ritual:

  • Caza: acto sagrado y ceremonial, puente entre humanos y espíritus de la naturaleza.
  • Piel/Cuero: protección física y espiritual, mantiene vivo el vínculo con el animal cazado.
  • Cabeza: asiento del espíritu del animal, usada en rituales para honrar y recordar.
  • Cornamenta/Astillas: símbolos de poder, fuerza y conexión con los ancestros.
  • Sangre: energía vital y conexión directa con el espíritu del animal, fuente de vida y poder.

  • Huesos/Tuétano: esencia espiritual y médula vital, símbolo de fuerza, resistencia y sabiduría ancestral.
  • Carne: alimento corporal y espiritual, medio para absorber la fuerza y energía vital del animal.
  • Grasa: símbolo de abundancia y reserva energética, sustento para la vida y la resistencia.
  • Corazón: valentía y coraje.

  • Hígado: purificación y transformación.

  • Pulmones: respiración del alma y vínculo con el espíritu.

  • Riñones: sabiduría interna y filtrado de energías negativas.

  • Estómago: fuerza digestiva y capacidad de asimilar experiencias.

  • Intestinos: ciclo de renovación y limpieza espiritual.


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